Nuestras "vacaciones" de Semana Santa

Las vacaciones escolares de Semana Santa en Irlanda se acabaron la semana pasada. Han sido muy largas, incluso para los niños, pero hemos intentado, al menos durante fines de semana y fiestas de guardar, hacer cosas interesantes para que de verdad parecieran vacaciones.

Lo primero y más importante: hemos tenido a Santiago Corripio con nosotros las dos semanas: eso ya es una fiesta para los warriors que le quieren un montón.

Ya con Santiago por casa, hemos intentado romper un poco con la rutina:

* Hemos ido a jugar al golf... más concretamente al mini golf, en Dundrum. Es, por supuesto un circuito (o circuitillo) dentro de un local, nada de al aire libre. Está bien para que los peques pasen un rato entretenido. Además ¡Samuel llevaba semanas pidiendo ir a jugar al golf!.



Al final creo que el que más disfrutó fue Martín: cada vez que metía había fiesta;




a Samuel no le mola perder y se enfadó un par de veces, pero en general la experiencia fue muy buena y todos salimos satisfechos (como para tenerlo en cuenta alguna otra vez), pero vamos, que si alguien se tiene que quedar fuera, yo me sacrifico por el grupo :-)



* También hemos ido a una mega tienda de chocolate: The Chocolate Warehouse:








Aquí la Semana Santa, dejando a parte lo religioso, claro, es sinónimo de chocolate. Huevos y figuras de chocolate por todas partes y todo el mundo organiza actividades alrededor del mismo tema. Así que uno de los días fuimos a ver al conejito de Semana Santa (Easter Bunny) en esta fábrica de chocolates y a que nos "regalara" un huevito por warrior con nombre y todo - sacapasta total, pero aquí la Semana Santa no se entiende sin rendirle homenaje al "Dios Cacao"... Aunque os parezca increíble, tuvimos que hacer cola para entrar - esta pobre gente no ha descubierto las torrijas, pero cuando las descubran (y hagan su versión particular de "torrijas de Guinness"), el conejito va a tener que hacer horas extra desde febrero, porque si por esto hay que hacer cola... ).




Eso sí, no enteramos de cosas interesantes sobre los orígenes de la bebida (la foto está un poco borrosa, pero me encanta lo que cuenta sobre cómo lo bebían los aztecas):



Curiosamente, también nos enteramos de que Colón fue el primero que recibió como regalo unos granos de cacao... y el listo los tiró por la borda del barco de vuelta a casa (madre mía, madre mía). Hernán Cortés, que debía ser bastante más espabilado también recibió granos de cacao como obsequio, pero no los tiró - los llevó a España y parece que en la corte decidieron prepararlos al estilo azteca pero con azúcar y vainilla en vez de con chiles y especias - ¡exitazo total!



Total, que entre colas, fotos con el conejo, historias de la historia y la mega tienda/supermercado, echamos la mañana tan a gusto en la fábrica.

*¿Qué más? ¿Qué más? Pues estuvimos de búsqueda de chuches y chocolates en Belvedere, nuestro parque de cabecera (aquél en el que a J Swift se le ocurrió lo de Gulliver).



Esta vez tampoco estuvimos muy acertados, y eso que venía Santiago (dos ojos más) y que llegamos temprano.... pero es que la gente venía a la búsqueda en plan profesional y en cuanto dieron el pistoletazo de salida aquello fue como una estampida



el único que encontró una figurita de chocolate fue Samuel.



Lo intentamos por todo los medios. Los niños buscaron por todas partes



seguimos rutas alternativas en el mapa (siguiendo las indicaciones del guía):



incluso Martín "el zahorí" desplegó su técnica milenaria para ver si había suerte: agua sí encontró, pero chuches, lo que se dice chuches....ná de ná



Caminamos y caminamos, para arriba y para abajo, para un lado y para otro del parque. Vimos zonas que no habíamos visto antes,



estatuillas perdidas que le dan al sitio un toque mágico.



Y seguimos caminando. A algunos ya les faltaban las fuerzas para seguir ("el zahorí" estaba machacado). Nadie nos puede decir que no lo intentamos, pero esta vez no hubo suerte. Ya será el próximo año



Eso sí, ¡nos lo pasamos muy bien!

* Al día siguiente, con las fuerzas a tope, visitamos las caballerizas más importantes del país (Irish National Stud)



Aquí viven (¡y cómo viven!) los mejores caballos de carreras: los que serán en un futuro, los que todavía están en activo y también los jubilados.






Aparte de caballos, que vimos muchos, y también muchos potros con sus mamás, en el mismo recinto hay unos jardines japoneses preciosos.



 Fueron encargados por un comerciante escocés con mucha pasta... mucha, mucha, que importó plantas, piedras, materiales de todo tipo e incluso se dio el lujo de traer a un paisajista de Japón en 1906 para que diseñara y -junto con otros 40 jardineros locales- construyera estos jardines. En la foto unas plantitas negras que yo no había visto en mi vida



Tardaron algo más de cuatro años en terminar, pero la verdad es que el resultado es una gozada. Los jardines expresan las vicisitudes de la vida de un hombre, desde la cuna hasta la muerte. Hay partes que están muy curiosas. Ya desde el principio se puede elegir el camino fácil (menos bonito) o el camino más difícil pero mucho más completo (ingenioso, eh?):



Martín y papá eligieron el difícil:



Los jardines no son muy grandes, pero totalmente recomendables. Preciosos, de verdad.






Otro sitio que habrá que visitar cuando vengáis a vernos.

Y así, para arriba y para abajo (como siempre) se nos pasó la Semana Santa, con mucho frío, algo de lluvia y kilos y kilos de risas. Será difícil de superar

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