La Semana Santa 2012 de los warriors (I)

¡Cómo se pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando andábamos tirando petardos en la terraza de casa después de comernos las uvas y no me puedo creer que ahora esté escribiendo la reseña de Semana Santa. Dentro de nada verano, Halloween y Navidad (mañana mismo compro el pavo, que luego se me echa el tiempo encima). 

Vuelvo al tema: Semana Santa - este año decidimos tomarnos las cosas con calma y fijar nuestra base en Dublín, aunque haciendo excursiones de ida y vuelta en el día. Nuestros días grandes fueron el viernes y el sábado en que el tiempo nos dio un respiro y pudimos estar al aire libre.

Nuestro destino del viernes: el TAYTO PARK, en el pueblito de Ashbourne en el condado de Meath, como a 1 hora en coche de casa.



¿Y qué es el Tayto Park? Pues una especie de parque de entretenimiento para familias con niños de la edad de los warriors que se ha montado el dueño de la marca más importante de patatas fritas del país (las patatas Tayto) justo al lado de su fábrica. Tienen atracciones para montarse, sobre todo tipo columpios, toboganes y cosillas de ese tipo,  un zoo pequeñito, un montón de zonas para pasear y, por supuesto, restaurante y tienda. Por una módica cantidad adicional -porque ya entrar cuesta lo suyo- te permiten visitar la fábrica y ver cómo se hacen y empaquetan las patatas (apasionante visita cultural, que no sé lo que los turistas indocumentados hacen visitando la biblioteca del Trinity College teniendo la fábrica de patatas a solo una hora de camino de Dublín).



Teníamos en mente ir a pasar un día allí desde hace bastante tiempo, porque me lo había recomendado alguna mamá en el cole de Samuel, así que aprovechamos el parón laboral de la Semana Santa y nos fuimos para allá en plan dominguero: con la tartera de la tortilla, los pepinos para Martín, la botella de agua y la cámara de fotos.

La verdad es que los warriors lo disfrutaron: subieron, bajaron, saltaron, se cayeron (¿cómo no?), se revolcaron por el suelo, vieron un montón de animales que nunca antes habían visto y comieron muchas patatas fritas (que te regalan al comprar la entrada). Donde mejor se lo pasaron: ummmm, yo diría que en la atracción del "tirachinas", en la que ¡se subieron los dos! Seguro que sabéis cuál es, aunque es difícil de describir, así que mejor que lo veáis porque sino no os va a quedar claro (sí, ya lo sé, tengo que mejorar mi forma de escribir)




Aquí quemamos el objetivo de las cámaras, porque los warriors estaban graciosísimos, y salieron fotos chulas como esta de Samuel



o esta otra de Martín




Aunque también disfrutaron muchísimo en la zona de columpios. Había uno GIGANTE con cuerdas, túneles, escaleras, puentes, toboganes y muchas cosas más, todas intercomunicadas, que les moló un montón.



Era impresionante de verdad... si entra un adulto se pierde fijo, pero los enanos encontraban siempre el camino correcto para ir a donde querían ir; incluso Samuel y Martín se subieron por sitios separados y se encontraron dentro para luego tirarse juntos por el tobogán. Viéndoles corretear por ahí dentro me quedó clarísimo que el sentido de la orientación es uno de los muchos que se atrofia al abandonar la tierna infancia y yo soy un claro ejemplo de que puede llegar a atrofiarse completamente...




Ahora, que estoy tirando de memoria para hacer la reseña, me doy cuenta de que se lo pasaron genial casi en todas las áreas del parque. Estuvieron un rato largo, pero largo, largo en una colina que había que subir hasta llegar a un tótem indio - nada especial, pero les encantó bajar la colina revolcándose en plan croqueta, en vez de caminando como el resto de los mortales. Nosotros al principio les estuvimos esperando de pie para seguir con nuestro paseo, pero al final nos sentamos en el césped para disfrutar más cómodamente del espectáculo y hacerles unos cuantos vídeos - ya sabéis: calidad de imagen mínima, pero valor familiar enorrrrme:




En general el parque está estupendo. Nos gustó mucho. Está lleno de rincones con mucho encanto, como la terraza en la que nos comimos los sandwiches, que es parte de una casa de madera colgada en un árbol, y a la que se accede por unas escaleritas muy graciosas, o por puentes colgantes desde los árboles más cercanos. Ni que decir tiene que nos hicimos unos cuantos kilómetros en los puentes colgantes...

Os dejo ya con todas las fotos que tomamos (unas cuantas esta vez). Espero que os gusten




Sobre la música...bueno, aquí se oye en todas partes y ¡Samuel y Martín se pasan el día cantándola! A ver si consigo grabarles y cuelgo el archivo en el blog para que disfrutéis de sus vocecillas :-)


Puente de San Patricio en el condado de Clare

¡Qué ganas teníamos de salir de Dublín!

No es que nos lo pasemos mal aquí, en la capital... ¡todo lo contrario! Ya sabéis que siempre andamos buscando cosas nuevas que hacer, lugares para visitar o cafés para desayunar en la ciudad, pero de vez en cuando nuestro espíritu de dominguero -que aquí tenemos un tanto aletargado- se despierta, más intenso que nunca y nos entran ganas de meter en la maleta cuatro camisetas, otros cuatro calzoncillos, un bote de gel y el botiquín de viaje (eso siempre!) y a conocer la isla.

Este año, el calendario ha sido muy benévolo y nos ha dado esa oportunidad para San Patricio: un puente "precioso". Para nosotros empezó el viernes 16 de marzo que Samuel no tuvo clase porque sus profes tenían un día de desarrollo profesional (vale, aceptamos pulpo y no preguntamos mucho a ver si se van a echar atrás) y terminó el lunes por la noche, que era fiesta nacional porque San Patricio cayó en fin de semana: ¡olé, olé!, creo que es la primera vez desde que estamos aquí que tenemos un puente de cuatro días (ay, aquellos maravillosos años del Puentazo de Mayo, o el de la Constitución + Inmaculada...).

Bueno, total, que no nos lo pensamos mucho: buscamos una casita maja para alquilar en el pueblecito de Doolin (en el condado de Clare) y para allá que nos fuimos.

El condado de Clare está al Oeste de la República de Irlanda, bañado por el Océano Atlántico. He puesto una flecha rosita en el mapa indicando exactamente dónde está Clare dentro de la isla:




Y os copio literalmente la descripción que hace del condado la página de Discover Ireland, que es una de nuestras referencias más fiables a la hora de elegir destino dentro de la isla:



Ya estábamos muy animados para ir, pero claro, después de leer esto se nos hacía el culo pepsi-cola por subirnos en el coche y tirar para allá; contábamos los minutos... ¡los segundos!

Salimos el viernes 16 por la mañanita y, después de varias paradas (avituallamiento, necesidades fisiológicas, fotitos, gasofa y demás), llegamos al pueblo de Doolin a primera hora de la tarde. No se nos dio mal. Doolin es un pueblo muy pequeño, pero parece que es la meca de la música tradicional irlandesa. En todos los pubs hay música en directo por las noches, y viene gente de todas partes para escucharla.... Desafortunadamente nos tenemos que creer lo que pone en los libros, porque no pudimos bajar al pueblo a comprobarlo. 

Por cierto, una de las paradas para foto que hicimos fue en el pueblo de Kinvara, donde ya habíamos estado hace cuatro años y pico. Repetimos foto frente al castillo de Dunguaire. A ver quién es el listo que adivina cuál es la foto reciente y cuál la antigua:



Sobre la casa que alquilamos... bueno, pues esta vez acertamos de pleno: grande, calentita, muy bien situada en un entorno 100% rural, con vistas al océano y a las Islas Aran, con tele pero solo con un canal y además en gaélico y sin conexión a internet - un paraíso para los que pretenden desconectar. Hicimos un vídeo nada más llegar:




y la mañana siguiente saqué unas cuantas fotos para enseñar las vistas (el primer día no lo pude captar en la grabación porque me daba el sol de cara y en el vídeo no se veía nada). Al fondo, se ven las Islas Aran -Innisheer, Innishmaan e Innishmore- que no hemos podido conocer esta vez por falta de tiempo (qué excusa más buena para volver) 



Siempre que salimos de fin de semana, nuestro plan es... bueno, digamos que no es muy ambicioso, porque ya sabemos que tendremos que "echar un rato" en algún área de columpios de alguno de los lugares que visitemos, y que habrá otro par de horas después de la comida, en que solo podremos ver cosas desde el coche porque los enanos estarán echándose la siesta en sus asientos. Nos proponemos, eso sí, disfrutar de la zona que visitamos lo máximo posible, dentro de nuestras posibilidades - y la verdad es que esta vez no nos podemos quejar: los niños aguantaron fenomenal las idas y venidas en coche aunque, por supuesto, tuvieron sus momentos de esparcimiento y sus buenos ratos de siesta.

El primer día (el día grande de San Patricio) decidimos ir a la capital del condado: Ennis. Es una ciudad con mucho ambientillo, son típicas sus callecitas estrechas y sinuosas, mucho pub, mucha música tradicional (en general toda esta zona es famosa en el país por la música, que suena en todas partes). Nos gustó mucho. 



Cuando llegamos estaba acabando la cabalgata de San Patricio y todo el mundo llevaba gorros, disfraces, caras pintadas con la bandera nacional... los comercios estaban todos decorados y los puestos de fish&chips a rebosar.

Vimos también muchísimos inmigrantes disfrutando de la fiesta como irlandeses de quinta generación por lo menos, vamos igual que nosotros, pero a nosotros se nos nota menos que somos de fuera. Me encantó el niño de la foto - ¡mezcla de culturas total! :-)


Después de pasar un rato en el pueblo, de que Martín se cayera por unas escaleras (como no?), y de tomar un cafetito para entrar en calor, pusimos rumbo a Bunratty.

¿Y qué hay que ver en Bunratty? Pues el castillo y el Folk Park. El castillo se construyó allá por 1270 (aunque antes ya hubo un asentamiento vikingo exactamente en el mismo lugar), y está en perfecto estado; de hecho un par de noches por semana se organizan en el salón principal cenas medievales, en las que sirven todo tipo de "viandas" que hay que comerse con las manos, luego limpiarse la grasuza con la manga de la camisa y por último eructar. Juglares amenizan tan maravillosas veladas que cuestan una pasta (¿y por qué -me pregunto yo- si no gastan ni en manteles, ni en cubiertos, ni en camareros? pues, son las cosas que tiene el turismo).



El Folk Park está a los pies del castillo y recrea un pueblo típico irlandés del siglo pasado. Muy majete sí, con sus casas típicas, su herrería, su escuela, sus tiendas, su oficina de correos...



Después de la visita, a comer/merendar al pub (al de verdad, no al del siglo pasado). Nos pusimos las botas. Y con la panza llena, carretera y de nuevo para Doolin - los enanos fueron dormidos todo el viaje de vuelta y alargaron un poco más la siesta ya en casa. Se nos pasó el día volando

El segundo día decidimos tirar hacia el Sur por toda la costa (ver itinerario ROJO en el mapa). Vimos paisajes impresionantes, ya desde las afueras de Doolin. 

No paramos esta vez a ver los acantilados de Moher, porque ya los habíamos visitado y queríamos conocer cosas nuevas, pero quería mencionarlos porque son una MARAVILLA. Y no solo lo digo yo: estaban en la lista de las 28 finalistas que participaron en la última etapa del concurso de las "7 maravillas naturales del mundo". Una pena que al final no pudieran salir elegidas...




La primera parada que hicimos en nuestro camino por la costa fue la playa del pueblo de Lahinch, muy popular en la zona, que estaba muy animada: perros con sus dueños, niños con sus papis, caballos con sus jinetes... vimos un poco de todo. Allí estuvimos un buen rato;



paseamos un ratito, nos remojamos



y construimos castillos (bueno, en realidad lo que construimos fueron naves de Star Wars, pero para entendernos...).



Cuando pudimos sacar - arrastrando- a los warriors de la playa de Lahinch, tiramos para el Spanish Point, que se llama así no por nosotros, sino por el San Esteban, uno de los galeones de la Armada Invencible que Felipe II mandó a conquistar Inglaterra y derrocar a la Reina Isabel I - al San Esteban le fue bastante mal: naufragó en septiembre de 1588 en estas costas, y los pocos supervivientes que consiguieron llegar a la costa fueron ejecutados en los días posteriores en este mismo punto. Desastre total. Viendo la costa del condado con buen tiempo, no me extraña un pelo que el barco naufragase con tormenta, y no es por poner excusas a la misión, eh?




Por cierto, justo en ese punto, hay un hotel que se llama Hotel Armada. No entramos por puro orgullo patriótico.



Seguimos nuestro camino hacia Kilkee, donde comimos, justo al lado del paseo marítimo y después dimos una vuelta por la playa.

Desde allí camino de vuelta, pasando por Kilrush, también muy majo y luego hacia arriba, de nuevo a Doolin, a donde llegamos justo a tiempo para echarnos un partido de fútbol en el jardín, cenar e irnos a la cama a descansar.

 El último día fue tranquilo: decidimos emprender viaje de vuelta por la mañana, aunque ir parando en los sitios que más nos gustasen. Así desayunamos en un café estupendo en el pueblo de Ballyvaughan, en una zona que se conoce como el Burren, con un paisaje desértico muy característico y muy llamativo.

Sin prisa seguimos para Dublín. Llegamos a casa justo después de comer; ya aquí, nos preparamos psicológicamente para el día siguiente...

Para que os hagáis una idea de lo que vimos, aquí está el mapa con nuestros itinerarios de los dos días que pasamos enteros allí. Ya sabéis: haciendo click en cada icono se ve el nombre del sitio y una breve descripción



Ver Co. Clare en un mapa más grande


Hicimos un montón de fotos. Quiero colgarlas todas, porque a los warriors les encanta ver los montajes una y otra vez y recordar lo bien que se lo pasaron en tal y tal sitio. Esta vez he hecho dos porque eran demasiadas... la música de los dos montajes es de una artista de la zona, que se llama Sharon Shannon y que nos gusta un montón (ya he usado su música en algún otro montaje). Espero que los disfrutéis tanto como nosotros disfrutamos el viaje.








¡Y también había un muerto!

Ya sabéis que nuestra familia es bastante heterogénea en lo que a orígenes se refiere: papá es mexicano, mamá madrileña, Warrior1 es catalán y Warrior2 es dublinés (y porque no hay más warriors, que sino...), somos, lo que se dice una familia multi-original.

Y en estas tierras irlandesas en las que andamos en los últimos años, aparte de multi-originales, pueden perfectamente considerarnos guiris en el más amplio sentido de la palabra: ni nos parecemos físicamente a los locales, ni hablamos como ellos, ni nos vestimos como ellos, ni comemos, ni nos divertimos como ellos.

Y aunque encajamos al milímetro en la definición de guiris de pura cepa, hay ciertos lugares de Dublín a los que nunca vamos, porque "ahí solo van los guiris"... esos que inundan el centro para San Patricio y otras fiestas de guardar, con las cámaras en una mano y la Guinness Coca-Cola en la otra. Para la psicóloga y la antropóloga de la familia: supongo que esos pensamientos nuestros son fruto de un sentimiento de identificación con el sitio en el que vivimos, las ganas de echar raíces y sentirnos locales ¿no?, aunque no seamos pelirrojos y sigamos pensando que los hay que cantan mejor que Bono (lo digo bajito).

Todo ese rollo para contar que el otro día hicimos una excepción, y fuimos a uno de esos sitios que hasta ahora no habían estado en nuestra lista de LUGARES A VISITAR pero que ahora está uno de los primeros en la de TENEMOS QUE REPETIR: el pub Johnnie Fox's.



A los que vienen a visitarnos de vez en cuando seguro que les suena el nombre, porque la revista CARA - la que tiene Aer Lingus en sus aviones- siempre tiene anuncios a página completa de este pub; y lo ponen como el más típico pub de Irlanda, con buena comida, buen ambiente y buena música en directo por las noches. Vamos, la crème de la crème en lo que a pubs se refiere, y decir eso en Irlanda es mucho decir.

Hace un par de fines de semana, el sábado amaneció feo. No habíamos hecho ningún plan y después de nuestro rato de piscina decidimos ir a conocerlo. 



El pub está en el pueblecito de Glencullen, al Sur, en el límite con el condado de Wicklow, en una zona semi montañosa muy bonita. Tiene más de doscientos años de historia y, si sus paredes hablaran, Telecinco les pondría un programa diario de cotilleos, porque por allí han pasado políticos, miembros de la realeza (príncipe Felipe incluido, aunque sin Leticia), representantes del mundo del espectáculo (sí, también Bono, ¿cómo no?).

Cuentan que es aquí donde se reunían en secreto los organizadores del Alzamiento de Pascua de 1916, que pretendía la independencia irlandesa del Reino Unido (no lo consiguieron, aunque fue el primer paso para alcanzarla años después). Tienen enmarcada la portada del Irish Times del día que mataron a Kennedy (ya sabéis que Kennedy era irlandés y MUY querido por aquí), y también tienen enmarcada una carta en la que la Reina Isabel II de Inglaterra pide disculpas por no haber podido ir a conocer el local en su visita de Abril del 2011 por falta de tiempo, pero confirma que en su próxima visita seguro que irá, porque está deseando conocerlo...

Y del local: pues hay que reconocer que incluso por fuera es peculiar



me llamó la atención una cabina de teléfono con una "cierta solera" que tienen allí plantada



y un perolo bastante grandecito de la época de la hambruna, allá por 1850, entre otro montón de cosas que tienen junto a la puerta.



Por dentro... hay que verlo para creerlo: ¡tienen de todo! Ya las mesas son curiosas, cada una distinta, al igual que las sillas. Algunas mesas (como la que nos tocó) son de máquinas de coser antiguas, 

o incluso había una que era una estructura de una cama reconvertida. Las paredes están repletas de cuadros curiosísimos y objetos de lo más especial...




Me sorprendió la comida. Pensaba que sería no muy buena y no muy variada, y me equivoqué del todo: mucha variedad, sobre todo de platos de pescado, que escasean tanto en Dublín. El menú de niños muy bueno, productos frescos, recién hechos, que no olían a fritanga - a los warriors les encantó lo que pidieron y se lo comieron todo.




A nosotros también nos gustó muchísimo y la cuenta no fue "loca".




Ya cuando nos íbamos llegó un autobús de guiris españoles (no como nosotros, ¡no!) y pudimos escuchar parte de lo que les contaba el guía: justo enfrente de nuestra mesa había una vitrina con una botellita - el guía comentaba a los turistas que esa botellita contenía las cenizas de un cliente que decidió que no había mejor sitio para descansar en paz al morir... cuando llegamos a casa confirmé la historia en internet, y me quedé sorprendida al leer que este pub ha tenido varias peticiones de este tipo: clientes que quieren que sus cenizas se queden allí, junto a la barra, para siempre. Por supuesto, los dueños han tenido que declinar estas peticiones por razones obvias... uno vale, por la originalidad de la historia, pero más ya sería demasiado.

En resúmen: a partir de ahora, el Johnnie Fox's va a ser parada habitual en las salidas de la familia warrior. Ya iremos contando sus historias más curiosas conforme las paredes vayan "hablando".





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