Cumple de Martín y otras celebraciones (Primera parte)

Ni me acuerdo de cuándo fue la última vez que actualizamos el blog.... y ¡me da vergüenza mirarlo! Debió ser casi hace un mes, ¿no?

Lo de que "el trabajo es una liberación" es otra leyenda urbana de esas que de tanto repetirnos nos acabamos creyendo - un día tengo que hacer una reseña hablando de ellas... pero no hoy: hoy tengo otras cosas muchísimo más interesantes que contar. Empezamos:

El jueves pasado fue el cumple de Martín: 4 añazos ha cumplido ya el tío. Se pasa el tiempo volando, ¿verdad?

Los cumples de los warriors merecen celebrarse por todo lo alto y estos cuatro años de Martín no iban a ser una excepción. Estuvimos pensando sitios donde podríamos ir, y decidimos que una hamburguesería era una buena opción. Escogimos una de las que más nos gustan: el Counter, en el pueblito de Dundrum: un restaurante muy majo en el que cada cliente se hace la hamburguesa a su gusto: que a mí me va más la carne de pavo que la de vaca, pues carne de pavo, que tú quieres doble de pepinillos, pues doble de pepinillos, que aquel no aguanta la cebolla, pues con otros ingredientes... vamos, un self service en el más estricto sentido de la palabra. De hecho la carta es un formulario en el que vas poniendo cruces a los ingredientes que más te gustan. Un sistema muy original y que funciona muy bien.



El sitio no es muy pequeño pero ¡estaba de bote en bote! Un jueves por la noche, con un tiempo de perros y el sitio estaba a reventar!!! lo de la crisis es una cortina de humo seguro... (también tema para otra reseña)

Total que después de veinte minutos en la puerta, tiesos de frio  nos pareció un regalo del cielo la opción que nos ofrecía la camarera: sentarnos en mesas separadas, aunque juntas (ya sé, ya sé - hay que ver la foto para entenderlo). Ya tendríamos tiempo en casa de sentarnos todos en la misma mesa. 



Ya sentados, con los pies desentumeciéndose y las manos volviendo al su color natural (se nos habían quedado azules mientras esperábamos fuera), nos tomaron nota y después de un ratito nos trajeron la cena. Para entonces ya se había producido la "reagrupación familiar" y estábamos todos felices como perdices en modo cumpleañero. 



Cenamos tranquilamente, y después decidimos volver a casa a tomar el café porque se estaba haciendo tarde y todavía había que darle los regalos a Martín.

Los regalos de Martín no fueron demasiado complicados de pensar: había pedido un reloj de Ben Ten que tiene unos "bonyis" que saltan desde dentro.... ya imaginais que nos costó Dios y ayuda entender exactamente qué era lo que quería el niño, pero con la ayuda de Samuel y de Youtube conseguimos encontrarlo... y alucina: ¡existe!. Muy compactito el dispositivo (me da hasta cosa llamarlo reloj):


Le cayeron también dos relojes de McQueen: uno bueno y otro de los que dan en los tebeos, pero que le encantó, dos camisetas de Perry el ornitorrinco de Phineas y Ferb (que le gusta mucho), una construcción de Lego, jamón de Pepe y aceitunas sin hueso (eso también lo pidió). Total que ya eran casi las 11 cuando terminamos y decidimos posponer el pastel para el día siguiente...



CONTINUARÁ

1 comentarios:

Anónimo 14 de octubre de 2012, 3:40  

Yo creí que ya había visto todo lo que había que ver de Ben10.. Tenemos otro reloj, un juego de mesa, una PDA y no sé cuántas cosas más. Pero, lo de los "bonyis"... no sé ni lo que es... Estoy perdiendo facultades... ¡¡¡¡Cielos!!!!
En fin, veo que no sufrió nada el día de su cumple, lo que me tranquiliza enormemente.
Muchos besos y a ver si haces malo el dicho de que "segundas partes nunca fueron buenas"

Tía Cris

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